Contamos con dos nuevos compañeros de trabajo; dos isleños de tez morena y ojos verdes. El revuelo entre las compañeras era palpable. Casadas, solteras; con, o sin compromiso, da igual, todas andábamos con la imaginación desatada. En nuestra reunión virtual de los lunes, y primera en la que ellos intervenían, comprobamos que derrochaban creatividad, tenacidad y un alto concepto de la cooperación. La redarquía fruto del trabajo y la innovación en equipo estaba asegurada.
El grupo de WhatsApp de chicas, y también de chicos, echaron humo cuando supimos que la empresa había incorporado dos prototipos de androides de última generación.
Una nueva forma de trabajar que favorece la innovación colectiva.
Es posible coordinar el esfuerzo humano sin sacrificar la creatividad y la pasión de las personas.