Se puso la toga y caminó sobre sus tacones de un lado a otro del despacho. Ya no creía en la justicia, tampoco en su propia inocencia.
La abogada se desangraba y, con gesto suplicante, la miraba desde el suelo. Ella, respondía altiva desde una impostada fortaleza. Dos mujeres, una a punto de morir y la otra esperando que ocurriera cuanto antes.
No dio tiempo, la puerta se abrió a su espalda.
- Señoría, es la hora.
Sin darse la vuelta y con un gesto de su mano se dio por enterada. Respiró profundamente y, recogiendo sus propios despojos, se encaminó hacia la sala de juicios.
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Palabras a incluir:
Toga - tacones - justicia - inocencia - fortaleza
Causa solidaria del mes de Septiembre:
El orfelinato "La Renaissance" en Togo
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