Mil caracolas repiten
constantemente tu nombre,
y yo en silencio, desierta,
sintiendo su eco en mi pecho,
muriendo en cada segundo.
Hueca y vacía por dentro,
extirpada la alegría
cual espiga de maíz
vencida y seca, rendida
frente al impetuoso viento,
así muero en cada ausencia.
Igual que la duda abrasa
y al incrédulo envenena,
así me voy consumiendo.
Que si no puedo tenerte
moriré viviendo sola,
arrastrada bajo un cielo
que desapacible llora.
En ese eco que repite
constantemente tu nombre,
y ausente de ti… me mata.
Publicado en la Asociación solidaria cinco palabras:
Palabras a incluir:
Alegría - maíz - duda - incrédulo - cielo
Causa solidaria del mes de Abril:
"Mensajeros de La Paz" del Padre Ángel
Publicado también en Poémame:
No hay comentarios:
Publicar un comentario