Desciendes ladera abajo
por la suave pendiente
por la suave pendiente
que te va llevando, 
mientras la luna cambia 
su rostro blanco. 
Ya no hay preguntas... 
Aceptadas las respuestas 
no existe lucha 
ni batalla perdida, 
cuando el coraje decide 
que ésta... 
ya no será tu guerra. 
Y sigues pendiente abajo 
en un descenso lento. 
Como si la vida 
se tomase tiempo, 
acariciando los minutos, 
dilatando segundos, 
aplazando finales. 
Lento y suave descenso 
que de pronto se quiebra, 
y tropieza y te duele... 
Y de nuevo sosiega, 
pero sigue sin pausa. 
Y cambia la luna 
midiendo sus tiempos, 
llevando la cuenta 
que limita los tuyos.
A veces se esconde 
extinta su luz entre sombras,
y tú desciendes un poco más 
con los ojos cerrados.
Con el cuerpo roto 
y una maleta vacía,
aceptas sumisa, 
que tu luz... 
se apague con ella. 
Fotografía de: Victor Hernández Luis




