Desciendes ladera abajo
por la suave pendiente
por la suave pendiente
que te va llevando,
mientras la luna cambia
su rostro blanco.
Ya no hay preguntas...
Aceptadas las respuestas
no existe lucha
ni batalla perdida,
cuando el coraje decide
que ésta...
ya no será tu guerra.
Y sigues pendiente abajo
en un descenso lento.
Como si la vida
se tomase tiempo,
acariciando los minutos,
dilatando segundos,
aplazando finales.
Lento y suave descenso
que de pronto se quiebra,
y tropieza y te duele...
Y de nuevo sosiega,
pero sigue sin pausa.
Y cambia la luna
midiendo sus tiempos,
llevando la cuenta
que limita los tuyos.
A veces se esconde
extinta su luz entre sombras,
y tú desciendes un poco más
con los ojos cerrados.
Con el cuerpo roto
y una maleta vacía,
aceptas sumisa,
que tu luz...
se apague con ella.
Fotografía de: Victor Hernández Luis
hola. Este hermoso poema me evoca la decepción. Decadencia.
ResponderEliminarEs muy bonito leerte Galilea
Un abrazo
Hola, don dumas! Un placer leer tus comentarios. Me siento muy honrada con tus palabras. Cada lector es dueño de las sensaciones que le produce la lectura de un poema. Decepción y decadencia pueden ser parte de esas sensaciones. De lo que hablo concretamente es de ese camino que se transita en la enfermedad... en el declive físico. De la aceptación valiente frente a lo inevitable.
EliminarMuy agradecida con tu visita.