Mes de Octubre
Las obras del convento
“¡Incomprensible! Sus castos votos jamás deberían coartar nuestros idilios gatunos.”
En el camino...
Convoqué a una maratón de limpieza con marido e hijos. Aceptando a regañadientes, al poco tiempo, se escabulleron para la playa. Junto al sofá, sentada en el suelo y vencida por el cansancio me quedé traspuesta.
Unos altavoces alertaban a los bañistas para que salieran del agua. Desde la terraza vi una inmensa mancha de basura flotando en el mar. La radio hablaba de un padre con sus dos hijos engullidos por aquella monstruosa podredumbre. Una sonrisa maléfica asomó a mis labios.
-¡Mamá, despierta! ¿Qué haces en el suelo?
“Suerte han tenido de que sólo haya sido un mal sueño”.
100 palabras.
-Querido lector: Aquí estamos frente a frente. Yo pretendiendo ser el relato que vas a leer y tú, la intriga de reconocerte entre mis líneas. Recuperaré algún sueño, despertaré emoción y también tu miedo. Sí, sobre todo, me interesan tus miedos. Tu sacrificio, oscuridades y secretos inconfesables te los pondré delante y, lo sé, llegarás a odiarme, pero somos parte indivisible de un equipo.
-Es el escritor quien elabora la estrategia, tú sólo eres producto de su invención -apostilló el lector.
-¿Invención? ¿Crees en la suerte? Yo guío la mano que escribe lo que la vida ya dictó con antelación.
100 palabras.
100 palabras.
Si lanzase ese extintor contra la ventana, saldría disparado hacia la calle. Si en ese preciso instante alguien pasara por ahí lo mataría convirtiéndose en un homicida. Si no lo hacía, ese alguien llegaría a su cita con una desconocida, cenarían, y después irían a bailar. Beberían demasiado y terminarían en un hotel hambrientos de sexo. A la mañana siguiente les daría palo mirarse a los ojos. Cada uno recogería su ropa y, sin atarse siquiera el cordón de las zapatillas, escaparían en direcciones opuestas.
Si ese trébol de cuatro hojas funciona, no tocará el extintor salvando dos exiguas vidas.
Entre las uñas restos de ADN no humano. Una oreja amputada y tatuado en su tobillo izquierdo el mismo grafiti pintado en la pared; un demonio con cuernos. Sobre el torso desnudo una pulsera a modo de corona de espinas incrustada en uno de sus senos.
-Tiene todos los ingredientes de un ritual macabro.
-Sí, pero la científica no relaciona ese ADN con ningún animal conocido.
-Hoy le retiran la sedación.
-¿Puede oírnos?- Con una fuerza sobrehumana agarró el brazo del comisario. El mal ocupaba su cuerpo y estaba hambriento. La humanidad sucumbió en las tinieblas de un maléfico contagio.
100 palabras.
El tesoro se encontraba a salvo. Postrera sonrisa y suspiro de alivio templando el cuerpo. Próximo a las raíces del viejo sauce, bajo esa tierra que le vio crecer, quedaría preservado para siempre.
El planeta seguirá girando. Habrán de pasar cientos de años; quizá miles. Ningún reconocimiento quedará en pie después de tantas crueldades; tampoco el viejo sauce. Junto al lugar donde un día estuvieron sus raíces, la urna de acero blindado permanecerá intacta. En su interior un ruego de perdón y una promesa. Si Dios sigue ahí fuera, tal vez se apiade y permita que lo volvamos a intentar.
100 palabras.