Sus ojos se movían inquietos, mientras sus manos, brazos y piernas iban perdiendo fuerza. Pronto reparó, en que ya no tenía control sobre su cuerpo. Una nebulosa opaca giraba en torno a su cabeza instalándose en su pensamiento. Le costaba reflexionar sobre sí mismo y su entorno.
“Ese puñetero brujo le dio un bebedizo extraño y estaba funcionando.” -Pensó
Las primeras notas de Adagio en sol menor, le sacaron del inquietante sueño, justo un instante antes de que amaneciera.
Con su cama frente al inmenso ventanal y tan inmóvil como el día anterior, hoy, volvería a contemplar un nuevo amanecer.
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Palabras a incluir, enviadas por Josė Mota:
Ojos -manos - brazos - piernas- cabeza
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inmenso ventanal es a veces la vida....fenomenal relato¡¡¡
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y me alegra que te haya gustado.
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