Ya no escucho tu risa
cual cascabel sonando en mis oídos,
y he perdido tu brisa
roce de mis sentidos,
que sobre la piel fueron esculpidos.
Quise alcanzar tus besos
mientras que mis labios morían secos
de amargura y confesos
por puro amor resecos,
agonizando solitarios y huecos.
Confieso mi pecado
que por siempre fue amarte con locura,
en deseo callado
negando la cordura,
rumiando despojos por desventura.
Sin levantar mi vuelo
esclava en una vida sin sentido,
de alas rotas y en duelo
por ausencias sufrido,
desconsuelo en mi corazón herido.
Soy pajarillo triste
que tras ser abandonado no entiende...
¡cuánto fue que fingiste!
falsedad que trasciende
y en ignorados gestos se desprende.
Son tus ojos furtivos
aquellos que clavan su indiferencia
evadiéndose esquivos,
para hurtar mi inocencia
pariendo versos llenos de impotencia.
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