jueves, 4 de mayo de 2017

Soledad


Diáfano, vacío y huérfano de historias,

languidecía en su rincón.

A veces…

le alcanzaba la fría tenaza del tiempo

y le oprimía el pecho de tal forma,

que hasta exhalar su propio aliento,

se convertía en trabajoso suplicio;

que dolía y corroía por dentro sus entrañas

sin concebir otra manera de paliarlo.

Sintiéndose un intruso dentro de su propia vida,

la dejó pasar sin apenas tocarla.

Su muerte no sería un suceso destacable.

Ni un titular siquiera.

Pasar sin dejar un vacío,

ni siquiera una huella.

Pasar sin dejar un recuerdo detrás,

un luto, un llanto, una ausencia.

Soledad…

esa que mata sin acero



Publicado en www.cincopalabras.com
Octubre/2016
Causa: Fundación Pequeño Deseo

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