Esa décima de segundo
antes de que fluya una lágrima.
Ese ardor que sube
de la boca del estómago,
que pasa por el pecho
hasta la garganta
contrayendo sus músculos
y llega hasta los ojos,
que enrojeciéndose,
duelen, escuecen y queman
en un intento nulo de controlarse.
Duelen, escuecen y queman.
Abrasan y se arrasan hasta sus límites.
Y ahogados en el liquido caliente,
ya no ven
inflamados y anegados en su acuosidad.
Ese instante que precede al llanto
en el que... duelen, escuecen... y queman.
Ese instante.
Precioso entrañable un saludo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarDisculpas... no había visto tu comentario. Tengo que revisar el tema de los avisos.
EliminarMuchas gracias, Beatriz.